Elegir el nombre de una clínica dental es complicado. Tradicionalmente, los odontólogos ni siquiera se planteaban esta cuestión, ponían su nombre y apellidos en una placa junto a la puerta y punto. La personalización de la imagen del negocio no podía ser más literal.

Pero el sector ha evolucionado mucho, en la última década ha sufrido profundos cambios y ya no vale con ser un buen profesional. La aparición de grandes marcas de odontología asequible, franquicias modernas con una estética muy cuidada (y estudiada), revolucionó el panorama modificando para siempre la visión que pacientes y profesionales tienen del cuidado dental.
En la mayoría de las clínicas ya no trabaja un único experto, sino que hay todo un equipo multidisciplinar especializado en diversas patologías y técnicas, por lo que es difícil apostar por utilizar un único nombre propio en el rótulo. Sin embargo, es complicado dar ese paso hacia delante sin caer en la frialdad de una franquicia, imagen de la que la mayoría de los odontólogos independientes quiere huir.
Encontrar un equilibrio entre ambas opciones es difícil, pero no imposible. A veces, basta con encontrar un término que englobe los conceptos que se quieren destacar del negocio; otras, hay que echarle imaginación y apostar por anagramas o incluso juegos de palabras. En otros muchos, el nombre y apellidos del profesional principal sigue siendo una opción válida por diversos motivos. Cada caso es un mundo, el secreto es saber qué dirección quieres darle a tu clínica y elaborar una estrategia coherente para conseguirlo.
Y tú, ¿alguna vez te has parado a pensar en el nombre que elegiste o vas a elegir para tu clínica?